jueves, abril 06, 2006

Proyecto de Ley: una plaza que busca identidad

PROYECTO DE LEY
UNA PLAZA QUE BUSCA IDENTIDAD

Artículo 1°: Cámbiese el nombre a la plaza Pedro Eugenio Aramburu, sita entre las calles: avenida Donato Álvarez, Avellaneda, Calcena y Bogota.

Artículo 2°: Comuníquese, etc.


FUNDAMENTOS

Sr. Presidente:

Así como hay nombres, que no tienen el lugar que se merecen, hay lugares que tienen nombres que no merecen. Hay una plaza en nuestra Ciudad donde prácticamente no hay un metro cuadrado verde, donde hay juegos infantiles impregnados de tristeza, donde rara vez se ve algún niño, donde jamás se escucha una risa.

Hay una plaza, en nuestra ciudad donde no van a mimarse los jóvenes enamorados, donde nadie hace deportes, donde la calidez jamás se presenta.

Esa plaza de nuestra ciudad, tiene un cemento que emana hielo, cadáveres, esa plaza no ofrece Paz, no da ternura. Esa plaza que no tiene vida se llama Pedro Eugenio Aramburu.

A esta altura aclaramos que no diferenciamos al hombre del personaje histórico, porque son lo mismo, es el mismo, cuyo nombre coincide con el de la plaza en cuestión por la arbitraria decisión de la última Dictadura Militar. Ese personaje, no supo actuar con lealtad, siendo militar se insubordinó y contribuyó a derrocar a un gobierno constitucional.

Luego no tuvo piedad y no quiso siquiera escuchar a la hija de un general, una niña que sólo quería suplicarle que evitara el fusilamiento de su padre. En otro hecho, ya probado por la Historia, Aramburu fue cómplice del resentimiento de un grupo de facciosos y permitió profanar primero y secuestrar después el cadáver de una ex-primera dama (Evita) muy querida por muchos argentinos humildes. Tuvo la frialdad éste personaje, que por entonces ocupaba la presidencia provisional de la Nación, de enviar los restos mortales de esa mujer al extranjero, sólo para que quienes la amaban no pudieran honrarla en su Patria.

Unos años después, Aramburu tuvo la audacia de presentarse como candidato a presidente con un discurso falsamente conciliador, ambiguo y cargado de hipocresía. Su aspiración se vio frustrada porque la mayoría popular, por memoria o por instinto, le dio totalmente la espalda. Esa fue su participación, tan corta, como desafortunada en la vida democrática nacional. Tiempo después, cuando bajo otra dictadura militar un sector del ejército le ofrecía nuevamente la presidencia fáctica de los argentinos, se encontró con la muerte. Muere allí el ser humano, pero sigue vigente el fantasma que pretende la división de los argentinos.

Por su proceder y actitudes observamos, objetivamente, las consecuencias que producen en el alma humana las bajas pasiones, la mezquindad, la ambición desmedida, la falta de misericordia, el sectarismo, la falacia y el odio.

Con esto queremos fundamentar por qué la plaza ubicada entre las calles Donato Álvarez, Avellaneda, Calcena y Bogotá, debe cambiar su actual denominación. Para que sean los vecinos, de esas calles y sus adyacencias, los que la nominen en forma definitiva. Será entonces, nos cabe la seguridad, cuando el césped, el cariño y la alegría comenzarán a poblar ésta Plaza, que se convertirá, en un breve lapso, en un parque Hermoso que será una fiesta para la vista de todos y un deleite para el espíritu de nuestra querida ciudad.

Aunque así lo parezcan, no son argumentos esotéricos, ni religiosos, porque es la vida cotidiana la que nos enseña que así como el odio produce automáticamente violencia, aridez y oscuridad; el amor promueve, casi mágica pero concretamente: Paz, Fecundidad y Belleza.

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